Se trata de un efecto que se produce durante la filmación de objetos o personas en movimiento y que causa la aparición de «estelas» o líneas borrosas en vez de imágenes nítidas. Esto es debido a que si el tiempo que se expone la película o el sensor es relativamente elevado, y durante una exposición hay movimiento, se interpreta este movimiento como un patrón borroso.
Este efecto depende la velocidad de fotogramas a la que se graba y, en consecuencia a la velocidad de obturación: cuanto más altas sean estas, menos desenfoque de movimiento habrá.
En cine, al grabarse en 24 fotogramas/s el efecto de desenfoque de movimiento es elevado, y de hecho produce el tan característico «look cinematográfico».
En animación, al crearse cada fotograma de manera individual, este efecto no se produce de manera natural, y para conseguirlo se recurre a técnicas digitales.
En televisión, sobre todo en retransmisiones deportivas, el desenfoque de movimiento no es deseable, por lo que se recurre a cámaras más veloces, que graban hasta 120 fotogramas/s para minimizarlo.
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